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Rincón literario

ENCERRADOS ENTRE SANGRE

 

Os presento a otro futuro escritor… Me recuerda a vosotros cuanto teníais su edad

Vicente

 

Con la mirada perpetua en el ordenador, todavía no consigo entender el por qué de muchas cosas. Triste y soñador investigo dentro de mí, lo que quiero hacer.


Es demasiado tarde para darse cuenta lo que de verdad he hecho. Mis sentimientos eran fuertes; mi temperamento había dado un vuelco de 180 grados. Mi cuerpo había desencadenado la peor catástrofe de todas. Y el odio que contenía a penas había podido escapar por un lugar remoto del que ahora me arrepiento viendo toda la habitación inmersa en sangre.

Arrodillado en el suelo entarimado, seguía fijo en la pantalla del ordenador, no quería mirar a otro sitio. Era muy consciente de lo que había ocurrido, de los problemas que podía traer todo esto. De la libertad que iba a carecer…
Mis manos se habían convertido en unos perfectos puños cerrados, conteniendo ira y tristeza dentro. Los sentimientos se contradecían constantemente dentro de mi cabeza. Mis manos. Con ellas había hecho lo que había deseado en mucho tiempo, aunque ahora no quisiera creérmelo. Todo era muy confuso.

Mi puño derecho todavía tenso y lleno de sangre sujetaba un cuchillo, tintado de rojo y goteando.

Mis pantalones habían cogido un color rojizo claro. También estaba llorando. Nadie podría perdonarme jamás lo que he hecho... Nadie podrá decirme nunca más lo idiota que he sido.

A cada paso que daba para llegar a la puerta, mi ánimo iba empeorando; mis ojos solo veían sangre. Mi cabeza solo daba vueltas, mi cuerpo temblaba y mis piernas flojeaban. Mis manos a duras penas seguían sujetando el cuchillo. Estaba inmerso en una aventura sangrienta de la que difícilmente saldría, sólo veía su cara y sus tripas tiradas por el suelo. Me había vuelto loco, y su cuerpo, ahora, era un complicado puzzle esparcido por toda la habitación. Los cristales se habían tintado, los pósters de cantantes famosos tenían colores de más superpuestos, mi cama era un hervidero de sangre, y la periferia de todas las partes de su cuerpo formaban charcos rojos.

Salí de mi cuarto manchando el pomo de la puerta. Las paredes estaban empapadas con su sangre. Tenía que sujetarme como pudiese... pero no podía. Había cruzado el estrecho pasillo que se me hacía más largo a cada paso que daba. Iba y venía. Mis ojos no paraban de girar descontroladamente. Ahora mismo, no tenía control.


Había entrado en el baño y estaba en frente del espejo, mi rostro estaba lleno de sangre que se escurría por mis mejillas, al igual que mis lágrimas... Aquellos dos fluidos habían aterrizado sobre mis labios. Ahora sabía lo que era probar el odio y la pena. A la vez.


Abrí el grifo del agua fría y coloqué el tapón como pude. Esperé un rato sentado en el suelo. Mis piernas formaban arcos debajo de ellas. Mi cabeza caía entre medias. El cuchillo se colocaba en horizontal a un palmo de mis playeras. Un vez que el agua empezó a salirse del lavabo, me incorporé y hundí mi cara en aquella pila que estaba rebosando de agua.

Cuando me quedaba sin aire y el agua ya no era lo mismo, saque la cabeza del agua cristalina y me reflejé de nuevo en el espejo. Veía mi rostro mojado de agua, mis brazos secos y limpios. La camiseta parecía recién comprada de la tienda. No tenía el cuchillo, no tenía mareos...

Mi cabeza había formado el momento más real que jamás había vivido. Sólo me había sentado en el suelo para relajarme. Ahora, sólo de mí dependía el matarle de verdad. Salí al pasillo. La luz mojaba mi cuerpo estirado. Abrí los ojos para volver en sí. A él, le tenía en mi habitación y a la derecha veía la cocina. El cuchillo limpio sobresalía de la encimera. Su hoja brillaba en todo su esplendor. Se me formó una malévola sonrisa en mi cara. Iba a ser testigo de algo terrible. Seguiría odiándole, lo tenía muy claro, pero tenerle descuartizado en mi habitación iba a ser lo mejor que podría hacer hoy.

 

Un empujón, eso fue lo único que me importaba ahora. Lo único que hizo él hace 2 meses, cuando mató a mi hermano tirándole por el monte escarpado en las afueras de la ciudad. La policía no encontró motivo para culparle, pero su ausencia en el entierro y lo poco que se preocupó por todos cuando ocurrió aquello, fue suficiente para saber que aquel cabrón mató a mi hermano. Llevaba siendo amigo mío durante años, habíamos casi compartido chupete y ahora, no podía creer lo que hizo. Podría equivocarme, pero, ahora, era demasiado tarde, iba a sentir lo que sintió mi hermano cuando murió. Me arrepentiría, seguro, pero él iba a probar el dolor de verdad y yo, iba a estar encerrado con él y su sangre. Hasta su fin

 

Germán de las Heras

5 comentarios

Laura -

Terror, suspense y casquería. ¿Alguien da mas?
Me encanta, sigue así.

Cris Xococrispip! -

La verdad es q este chico prometeeee!!! El momento del baño me ha parecido genial...^^
Sigue así y,por supuesto,mándanos más cosillas!!xDD

Jesus -

La historia me encanta, pero tú me das miedo tío. Ya sabía yo que tú tenías instintos asesinos jaja. Pues nada más, sigue así, y mete mucha, mucha sangre. Un saludo colega.

Guille -

Está fenomenal. La ambientación en sangre sangre y sangre...me ha encantado.
Sigue con ello.

Nuria -

Me gustan muchísimo las historias en las que te metes en la piel del asesino, y la verdad es que lo has hecho genial. Espero que nos mandes más cosas, sigue así ^^