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Rincón literario

CUELGA TU POESÍA FAVORITA

LEON FELIPE

Propongo a León Felipe, pero aunque cumplí los 40 y confieso que lo descubrí con Serrat, hoy por hoy quiero aprovechar el tirón de estos chavales, que dicen "Podemos", que proclaman que no se dan por "vencidos", que desde el respeto y la admiración a generaciones pasadas, tienen decidido que este es el momento, y que a partir de ahora porque se ha luchado, nos merecemos ser vencedores.
 

COMO TÚ...
Así es mi vida,
piedra,
como tú. Como tú,
piedra pequeña;
como tú,
piedra ligera;
como tú,
canto que ruedas
por las calzadas
y por las veredas;
como tú,
guijarro humilde de las carreteras;
como tú,
que en días de tormenta
te hundes
en el cieno de la tierra
y luego
centelleas 
bajo los cascos
y bajo las ruedas;
como tú, que no has servido
para ser ni piedra
de una lonja,
ni piedra de una audiencia,
ni piedra de un palacio,
ni piedra de una iglesia;
como tú,
piedra aventurera;
como tú,
que tal vez estás hecha
sólo para una honda,
piedra pequeña
y
ligera...
   León Felipe
susn

LA SAETA

Recuerdo perfectamente haber escuchado la voz de Serrat cantando estas palabras en mi antiguo colegio, haberme sobresaltado y emocionado al escuchar "golpe a golpe, verso a verso"...
Aunque Machado y Serrat me conquistaron con la saeta....y eso que no creo en Dios,pero las lágrimas se me saltan solas...
¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía
que echa flores
al jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!

Melinda

 

 

Aceituneros

Aceituneros

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,

decidme en el alma, ¿quién,
quién levantó los olivos?

No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.

Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.

Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma ¿quién

quién amamantó los olivos?

Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.

No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.

Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.

¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?

Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.

Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas

                Poemas sobre el olivar  ,  Miguel Hernández

Y es que no puede dejarse esto aquí escrito sin explicar lo necesario que fue entonces en tan durísimos  momentos avivar las llamas, levantar el puño, mirar al cielo y luchar contra la tormenta que amenazaba con llevarse todo lo que hasta entonces había costado sudor y lágrimas conseguir. Y ahí, cada uno a su forma; así el poeta del frente plasmó toda su fuerza en poemas como estos, y no era la fuerza de un fusil o de una bomba, era la fuerza de su voz, de sus palabras, y allí mismo los recitó, en plena resistencia, arengando a los cientos de campesinos y obreros que, aunque con miedo, se decidieron a dejar su rastro en la historia con el fin de defender lo que en aquel momento, y bastante tiempo adelante, se les iba a privar. Este poeta del frente fue callado para siempre, o al menos así lo creyeron algunos, tan sólo por mostrar a los ojos de los combatientes cuan bello era aquello por lo que luchaban, y cuan felices volverían a ser cuando aquel monstruo diera media vuelta y marchase a otro lado.

                              Guille

El camino de la vida

Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.

Nunca persequí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.

Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse...

Nunca perseguí la gloria.

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.

Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino
sino estelas en la mar...

Hace algún tiempo en ese lugar
donde hoy los bosques se visten de espinos
se oyó la voz de un poeta gritar
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso...

Murió el poeta lejos del hogar.
Le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse le vieron llorar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso...

Cuando el jilguero no puede cantar.
Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso

                   Cantares  ,  Antonio Machado

Este es uno de mis poemas favoritos...es...la vida

Tenéis dos versiones muy bonitas cantadas, la de Serrat (la más bonita) y la de Paco Ibáñez ( la junta con Proverbios )

Alberti, una lucha continua por la vida

Las tierras, las tierras, las tierras de España,
las grandes, las solas, desiertas llanuras.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
al sol y a la luna.

¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!

A corazón suenan, resuenan, resuenan
las tierras de España, en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo,
caballo cuatralbo,
caballo de espuma.

¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!

Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;
que es nadie la muerte si va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
que la tierra es tuya.

¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar

 

                              A Galopar ,  Rafael Alberti

A LA INMENSA MAYORÍA. BLAS DE OTERO

Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos su versos.

Así es, así fue. Salió una noche
echando espuma por los ojos, ebrio
de amor, huyendo sin saber adónde:
a donde el aire no apestase a muerto.

Tiendas de paz, brizados pabellones,
eran sus brazos, como llama al viento;
olas de sangre contra el pecho, enormes
olas de odio, ved, por todo el cuerpo.

¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces
en vuelo horizontal cruzan el cielo;
horribles peces de metal recorren
las espaldas del mar, de puerto a puerto.

Yo doy todos mis versos por un hombre
en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso,
mi última voluntad. Bilbao, a once
de abril, cincuenta y uno.

Blas de Otero. Pido la paz y la palabra

 

Este poema yo lo descubrí cuando tenía 17 años (hace ya unos pocos) y empezaba a preocuparme por lo que me rodeaba. Creo que hoy todavía puede ser un canto de libertad y paz; creo que aún nos hacen falta personas que rompan sus versos cuando vean las injusticias del mundo. Espero que os guste.

Cayetana

MÁS NERUDA. POEMA 20

Ya que Cris me ha pisado el libro no quiero dejar pasar la oportunidad y poner el poema que me marcó cuando tenía vuestra edad. Quizás es que tiendo a la melancolía, o acaso es que yo pasaba un momento muy parecido al de Neruda cuando lo escribió. Lo cierto es que me lo llegué a aprender de memoria y cuántas noches, bajo los mismos árboles, lo recité con la garganta oprimida. Desde entonces, el abandono, la ruptura las relaciono con este poema sin poder remediarlo

Poema 20

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: "La noche esta estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Neruda (Veinte Poemas de Amor y una canción desesperada)

Vicente

Veinte poemas de amor y una canción desesperada

Hoy quería hablar de un poeta que, a pesar de que no leo mucha poesía, por recomendación de Amor me empecé a leer este libro suyo y ya no pude parar...El libro trata de veinte poemas que Neruda escribió cuando aún era bastante joven y que trata de amor, única y exclusivamente de amor, un sentimiento común a todos, aunque no queramos aceptarlos y que, hasta al menos enamoradizo le hacen recordar esos amores de juventud...Aquí os dejo el quinto poema, un poema que tuve que leer muchas veces porque me encantó y que cada vez que leo...no sé no tengo palabras para describir la calidad literaria que nos demuestra aquí Neruda:

 

 

Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.


Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.


Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.


Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.


Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.

 
Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.


Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú las oigas como quiero que me oigas.
El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban
Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.

 
Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.


Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas

Pablo Neruda, Veinte poemas de amor y una canción desesperada

                                                                                                                                                                                                                 

Cris