Blogia
Rincón literario

A new dawn (Un nuevo amanecer)

Han pasado tantos años. Vivimos tantos momentos juntos...

En la penumbra del salón, sentada sobre su sofá de cuero negro, soy capaz de recordarlo. Recuerdo cada caricia, cada beso, cada abrazo, cada mirada, cada palabra pero también cada discusión, cada portazo, cada desinterés. Le recuerdo a él como si me estuviese viendo a mi misma en el espejo. Tan perfecto, tan inalcanzable, tan jodidamente divino. El sueño de muchas adolescentes y, hasta hace poco, el mío.

En la oscuridad del salón me pregunto, también, si hubiese llegado hasta donde estaba sin su ayuda.

¿Por qué permitió que ella interfiriese en nuestra relación? Todo iba bien hasta que ella llegó. Éramos la pareja perfecta, todos nuestros amigos nos envidiaban, jodidamente divino, ésa es la palabra.  Llegó ella y nos cubrió de estúpidos sueños. Llegó ella y separó nuestros lazos. Llegó ella y él se desvaneció para mí. ¿En qué momento el amor se convirtió en odio? ¿Cuando dejaste de parecerme perfecto para convertirte en una sombra? Quizá solo ella lo sepa.

Miro a mi alrededor y ¿qué es lo que veo? Todo lleno de recuerdos, todo son cosas suyas que en otro tiempo fueron nuestros. Debería haber sabido leer entre líneas antes de firmar el contrato, antes entregarle mi corazón, ahora roto. Porque le necesitaba, sin él era incapaz de vivir, incapaz de respirar; pero él nunca estaba cuando realmente le necesitaba. Sinceramente nunca hemos estado lo suficientemente cerca. Sus palabras solían enterrarme de todo lo que era y digo era porque él me ha cambiado. Me hizo a su imagen y semejanza, mi adorado Frankestein. En ocasiones, llegábamos a pensar lo mismo y yo solo hacía las cosas que le agradaban. Para mí era como mi dios.

Ahora nada se llevará este dolor que siento, tengo el corazón totalmente destrozado. Ni siquiera él sería capaz de volver a armar el puzzle y dejarlo intacto. Ya no.

Hasta ahora todo lo que compartíamos era un colchón, una mentira y nuestra dirección pero, en este momento, ya no le necesito.

Suena una llave y abre la puerta de casa despacio. No dice nada, pero no hay nada que decir. Se acerca a mí, deja su sudadera preferida sobre el sofá y besa mi mejilla. Un beso que pesa, dulce pero áspero, sobre mi rostro. Enciende la luz y me pregunta que porqué estoy a oscuras. No contesto y finge su estúpida sonrisa. No lo soporto. ‘Hipócrita’ quiero gritarle pero no soy capaz.

Vuelve a acercarse a mí y besa mis labios. Los corrompe. Le muestro mi incomodidad y se separa para, más tarde, susurrar en mi oído:

-Te quiero.

Continúa con su sonrisa vacía y con una ceja levantada. ¿Qué espera? Sus facciones son demasiado suaves, sus ojos verdosos me taladran. Desea estrecharme entre sus fuertes brazos llenos de tatuajes pero yo me resisto. No aguanto más. En ocasiones creo que me volverá loca.

Me mira de nuevo a los ojos intensamente. Sus ojos son preciosos, inigualables. Almendrados y de un color que refleja la delicada combinación de tierra y naturaleza. Pero ella está presente entre los dos. Le retiro la mirada y encoge los hombros.

-Estoy en la ducha.

Emito un sonido que podría tomarse como un acuerdo y él desaparece de mi vista. Echo un vistazo a mi alrededor, a la estantería, y encuentro lo que busco.

Voy a nuestra habitación y la atravieso sin mirar el frío colchón para llegar a mi mesilla. Del tercer cajón de la mesita de madera saco una carpeta de plástico. Recojo todo su contenido y la dejo sobre la cama. Después me dirijo al estudio y cojo la pequeña papelera. Fantástico, está llena de papeles, pero no miro a mi alrededor. Temo encontrarme demasiadas cosas suyas. Dejo la papelera sobre la mesita del salón y también el contenido de la carpeta.

Ahora me dirijo a la cocina y busco en el cajón hasta dar con una pequeña caja de fósforos. De nuevo en el salón enciendo un par de ellos pero los soplo, tengo curiosidad por un papel que encuentro. Es una factura de una joyería. Un reloj de mujer comprado hace tres días. Prefiero no pensar nada sobre ello y rompo el folio para tirarlo a la papelera. Ahora sí, enciendo un par de fósforos y los tiro para ver como arden sus documentos. Me recreo en ellos durante unos segundos mientras de fondo oigo el ruido de la ducha. Después, cojo con parsimonia mis hojas. Recuerdos suyos.

Encuentro varias postales y cartas de los diferentes sitios donde ha estado de gira y dedico cinco segundos a mirar cada una de las maravillosas fotos para, más tarde, arrojarla sin piedad al fuego. Rápidamente, este las devora con crueldad.

Agarro en ese momento la letra de una canción y leo unas líneas:

I’m trying, I’m trying

To let you know how much you mean

As days fade and nights grow

And we go cold

Tan solo leo mentiras. Palabras que en su día quizá fueron bonitas; pero ahora no significan nada.

You strange as angels dancing

In the deepest ocean

Existing in the world

You’re just like a dream

Eso es lo que fue para mí una vez: como un sueño.

All that I am

All that I ever was

Is here in your perfect eyes

There all I can see

Otra vez ese adjetivo: perfecto. Le odiaba. Aunque tenía razón, siempre lo veía todo en mis ojos. Siempre he pensado que los ojos reflejan el interior de cada persona y eso es muy difícil de ocultar. Por eso son la parte más bella de los humanos.

Continúo leyendo intrigada, intentando descubrir más hipocresía en cada uno de los versos. Cuando me canso, suspiro y los lanzo a las llamas. Me levanto sin contemplarlo y me encamino a la estantería de la estancia. Agarro un álbum de fotos bastante pesado y consistente. Todos nuestros momentos. ¿Seré capaz?

 Me siento en el sofá de cuero negro con el volumen en mis manos. Paso las hojas poco a poco, mientras mis manos tiemblas. Fotos únicas y él, como siempre, jodidamente divino.

Sujeto una de nuestras fotografías. Nosotros y la Torre Eiffel, uno de los primeros viajes. La acerco al fuego y veo como se consumen nuestros rostros con una extraña mueca diabólica en mi rostro. A esa foto le sigue otra en una góndola en el Carnaval veneciano, otra en el Madison, otra en una fiesta de cumpleaños en Halloween, otra en un parque japonés rodeados de gente de ojos rasgados...

En todas ellas observo como las llamas van comiendo su rostro y cómo después devoran todo lo demás. Pero, esto no me produce el placer que esperaba. Aunque es gratificante.

Él sale de la ducha y llega al salón, alarmado por el olor a quemado. Me mira seriamente y su rostro se desencaja. Tan solo lleva una toalla que deja al descubierto su perfecto torso. No, rectifico, ahora para mí nada en él es perfecto.

-¿Qué... qué haces? Esos son nuestras fotos. ¿Estás bien? Desde hace días te veo diferente, creo que es el momento de hablarlo.

No quería hablar aunque quizá lo necesitase.

-No, escúchame, nada dura para siempre. Lo perdimos todo y para mí ya no eres perfecto. Lo siento.

-Nunca intenté serlo; te quiero. Eso es lo único que importa. Esto no es un final.

Sin hacerle caso recuerdo otro verso:

It’s a new dawn      

It’s a new day

It’s a new life

And I’m feeling good

Sí, es un final. Un nuevo amanecer y, por raro que parezca, me siento fantásticamente. Continúo a lo mío. Se acerca y me quita las fotos de la mano. Una lágrima traidora recorre mi mejilla.

-Solías ser mi héroe...

-Aún puedo serlo- suplica.

-Nada, escúchame- digo, llamando su atención- Nada hará que todo vuelva a ir bien. Nada volverá a ser jodidamente divino. No importa cuanto te esfuerces.

Demasiadas promesas rotas. Demasiadas veces sola y demasiado dolor. Demasiado tiempo en el que ella estaba presente.

-¿Qué vas a hacer? ¿Marcharte sin más? ¿Vas a abandonarme como si fuese un puto perro?

-Sí- susurro.

Agarra un portarretrato con la foto de nuestra boda, los dos sonrientes como nunca, y lo mira con nostalgia. Acto seguido, su rostro se enciende y estalla el cristal contra el suelo. Un montón de pedacitos caen sobre la moqueta como un corazón que acaba de romperse.

-¿Y qué demonios se supone que debo hacer ahora?

Miro a mi alrededor y agarro su sudadera negra preferida, aún huele a él. Aspiro su aroma cerrando los ojos. Él espera impaciente una respuesta por mi parte.

No le guardo rencor por haber destrozado ese portarretratos. Me acerco a él y  le abrazo fuertemente. Aparecen en mí nuevos sentimientos,  quizá un poco de compasión. Me taladran sus ojos verdosos y soy incapaz de aguantar a intensidad de su mirada, el sentimiento de culpa me puede. Va a decir algo pero sello sus labios con un dedo. No es necesario decir nada más, en parte, todo ya está dicho.

Enlazo nuestras manos y juego durante unos segundos con nuestros dedos, mientras permanezco con mi cabeza en su pecho.

Me alejo lentamente y mira lo que he depositado sobre la palma de su mano. La alianza brilla, una piedra azabachada rodeada de esmeraldas, nos hace un guiño como si fuese cómplice de un crimen.

Él no puede dejar de mirar la alianza a la vez que juega con ella y yo intento no mirarle, para que mis emociones no me traicionen y salten las lágrimas. Hago un amago de marcharme. Pasaré la noche con mi mejor amiga; pero su gesto pensativo de nuevo me detiene.

Me brinda una sonrisa rota y me tiende su sudadera negra favorita, seguro que hace fresco en la calle. Me la pongo despacio, absorbiendo su acaramelado aroma y besa mi frente mientras coloca la capucha.

Skeleton Crew’ se lee en el pecho. Eso es todo lo que somos. Un saco de huesos. Sacos de huesos que cantan, que aman, que lloran, que viven o que simplemente dejan pasar su vida por delante de sus ojos sin hacer nada para aprovecharla.

Mientras atravieso la puerta miro hacia atrás. Ahí continúa con su sonrisa rota, enarcando una ceja, gesto que las vuelve locas a todas.

Sinceramente, espero que encuentre a alguien tan especial como él, que sepa apreciar la joya que tiene al lado y pueda aguantar la vida que nosotros llevábamos.

Es todo tuyo, al final me ganaste. Apareces cuando menos lo esperas y destruyes la relación a tu paso. Con suerte unos pocos se salvan, los más fuertes. Pero nosotros no estamos dentro de ese saco. Ya no estamos ni siquiera uno al lado del otro. Rutina, cuida de él, es lo único que puedo pedir.

Ahora me doy cuenta de qué es lo que realmente estoy haciendo y por qué doy este paso tan sumamente importante.

Intento escapar de él y de mis recuerdos. He destruido parte de las pruebas de nuestro pasado. Él me ha impedido acabar con todas; pero, aunque no estuviesen materialmente, sería incapaz de borrar estos años. Porque es imposible borrar el pasado, ni escapar de él; es algo que aunque nos pese, siempre nos va a perseguir y va a formar parte de nosotros.

Porque un ser humano no puede vivir sin recuerdos, aunque intentemos sepultar los malos momentos, siempre quedan parte de ellos, los mejores minutos. Esos serían los que no podría sepultar nuestros primeros recuerdos.

Quizá olvide su nombre o, muy improbablemente, su rostro; pero sus caricias, sus besos o sus ‘te quiero’ formarán parte de mí hasta el fin de mis días.

 

 

Note to self: I miss you terrible. This is what we call a tragedy. Come back to me, back to me, to me.

NIKA

6 comentarios

Guille -

Chapó
Es cojonudo

Nika -

Gracias^^

Vicente -

Jodidamente bueno. Enhorabuena. Me ha encantado

Nika -

Gracias^^
pero ya sabes que soy incapaz de escribir una historia que termine bien!
Yo también veía esto un poco abandonado pero ya os enviaré mas cositas.
Besos

Cris Xococrispip! -

No me canso de decirlo...Me encanta,loca,¿¿por qué será que su final sieeeempre me hace llorar??Porque me parece precioso...Y sé que todos,aunque sea de manera diferente y lo intentemos enterrar entre nuestros recuerdos,todos hemos sentido algo parecido...¿O no?
Te lo diré siempre,¡adoro tus historias!
Besitos,te loveo

Nuria -

Escrito por Monika, amiga de Cris xD
gracias por mandarme cositas, que esto cada día está más abandonado...