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Rincón literario

Infantes de Luna...

Infantes de Luna...

Veinte niños permanecían inmóviles ante la figura de autoridad que allí se les presentaba; con cara de estupefactos, algunos atemorizados; unos cuantos renacuajos mocosos e inocentes sentían, no por primera vez, que habían hecho algo de lo que indudablemente se arrepentirían.

-¡¿Quién ha sido?!....No lo repetiré más veces…¿quién ha sido? ¿ quién le ha tirado la piedra?- gritó la directora del centro.

Ante la falta de respuesta, el anterior clima de amabilidad y dulzura se difuminó, dando pasó al aura de terror reflejada en las caras de aquellos críos.

-¿Quién demonios ha roto la  maldita luna de una pedrada??? Idiotas, insensatos, cobardes; con siete años y ya maniobrando y malgastando vuestro tiempo en estupideces….Noooo quién iba a pensar que nos cargaríamos la luna….qué más da! diréis….sois una panda de inconscientes mal nacidos…no me extraña que vuestros padres os aban…-

-María, María…déjalo, son sólo unos críos, ya verás como se arregla de verdad; y no sigas por ese camino,  ¿sabes? No se merecen que les recuerdes esas cosas…- Mariela, presurosa, intervino rápidamente antes de que aquello se convirtiera en llantos y gritos; siempre con esa voz dulce y armoniosa, que la convertía en una perfecta profesora de música, animando a los pequeños chavales con cancioncillas infantiles que les hacían olvidar el lugar en el que se encontraban, aquel orfanato cochambroso, aquel lugar dejado de la mano de Dios en el que las sonrisas siempre tenían un deje de amargura. Los árboles rodeaban aquel lugar, creando una barrera que protegiera a los pequeñajos de la vulgaridad, del desorden, del gentío de las ciudades, y de los dedos inquisidores que, apuntándoles, les designaban como “abandonados”, “muertos de hambre”, “desamparados”.

Situado en la colina del Monte Perdido, aquel rescoldo de vida se erguía entre las sombras de un paraje olvidado, permanentemente asediado por la lluvia, el frío y la lejanía de la civilización; cómo si de otro mundo se tratara.

Si bien, algo que provocaba cierto encanto en aquel paisaje, era la luz; una luz no clara ni tampoco mortecina, sino lunar; quizá espectral, que lejos de asustar a los niños, les envolvía en un halo de fantasía y misterio, de cuento de aventuras protagonizadas por magos y brujas ; las montañas, herederas de una inmensa colosalidad, se alzaban majestuosas creando una muralla, llevando a la máxima expresión de la naturaleza dejándose recorrer por el pequeño riachuelo que refrescaba las tardes de verano.

No se podía decir que los niños gozasen de una tremenda felicidad, porque aquel lugar era un símbolo que les marcaría de por vida, una estampa que indicaba que jamás habían recibido el cariño y el amor de unos padres que nunca estuvieron.

La dulzura sin embargo, la picaresca de aquellas caritas risueñas, no se la podía llevar ni la más dura de las tragedias.

En aquel instante todos ellos estaban paralizados, con el pelo revuelto por el viento que jugaba a huracanarse a modo de tormenta cada vez que una bronca caía, con las manos agarradas a su espalda, con los rostros mirando al suelo… a aquellos pedazos de luna que ahí permanecían….brillantes…sinuosos….fantasmagóricos….perlados….Cada uno de los niños quedaba embobado con alguna cualidad de ellos, incluso había quien, susurrante, decía que eran igualitos a las lágrimas de un ángel…

-Chist….chist….Carlos ….Carlosss- Susurró Josete.

Carlitos, con la cara roja como un tomate ( y cierto deje de culpabilidad en aquella Mirada), se giró hacia su amigo y respondió.

-Qué? Qué quieres??-.

-¿Por qué lo has hecho?- preguntó Josete con un aire inquisidor.-Nos la vamos a cargar por tu culpa, verás, nos van a dejar sin postre precisamente hoy, que había natillas de chocolate….so tonto…que eres un tonto...-

-Déjame en paz, jamás lo entenderías…-

Y es así, quizá nadie jamás lo entendería, quizá nadie entendería el motivo por el cual había decidido coger una piedra y  quebrar la luna en mil pedacitos; supuso que los adultos pensarían que era una chiquillada de cuidado, y que sus amigos creerían que era un idiota, pero no podía dejar de pensar en ella.

Todos los domingos acudían a la Iglesia, supuestamente para confesarse; aunque más bien se dedicaban a corretear entre los bancos mientras los curas les reprendían en el nombre de Dios. A veces incluso trataban de robar el vino de la Eucaristía…

Carlos siempre escuchaba como embobado a aquel coro que hacía resonar el Aleluya hasta en sus entrañas, y temblaba cada vez que aquella risueña niña le sonreía al terminar de cantar; y se convertía en un flan cada vez que aquella pequeña se le acercaba.

La última vez el la confesó tímidamente que le gustaba, y Carlitos creyó no haber tenido jamás los mofletes tan rojos como aquella mañana, las palmas de las manos tan sudorosas y los pies tan danzantes y nerviosos cuando ella, entre susurros, le dijo que le daría un beso si le conseguía la luna….

-¿La luna???!!!- Gritó Carlitos…lo que le ganó las reprimendas de los sacerdotes que por ahí paseaban.-La luna es enorme, no puedo traerte la luna Clarita…no podría con ella, pesa mucho, y además que no cabría debajo de la cama, y aunque si lo hiciera, se verían los rayitos salir de debajo del colchón y María la tirana me dejaría sin postre durante semanas por ello….y…

-Calla- interrumpió Clara- Vale vale la luna entera no, pero….y un trocito???-

A Carlos se le cayó el alma a los pies, sabía que si lo conseguía tendría un beso de Clara en sus labios, pero y si no, quién sabía si quiera si ella volvería a hablarle cuando supiera que no había logrado rescatar un pedacito lunar para ella.

Por eso, en aquel momento, el aferraba aquel extraño espejito entre sus manos, agachando la cabeza como los demás compañeros, pero con una ligera sonrisilla en la boca….sabiendo que aquel domingo, la sonrisa sería remplazada por los dulces labios de Clarita……

 

Fin

Melinda

8 comentarios

elena -

Con retraso..... pero mejor tarde q nunca!
Gracias por hacer recordar los cuentos, porq cada vez nos queda menos de ellos.
A mí me encantaba Gloria Fuertes, me los sabia de memoria jajajja

Celia -

Melin me encanta este cuento, y sobre todo la idea esa del niño que rompe la Luna por amor... El final es muy tierno. ¿Cómo puedes tener ideas tan bonitas? ¡Yo quiero una! ¿De dónde sacas esa inspiración?

Guille -

Después de varios intentos para escribir un puto primer comentario voy a enesimointentarlo jajaj
bueno, que tu relatillo me encanta, me parece hermosísimo, y que, aunque cueste, siempre es bueno saltarse las reglas para recoger trocitos de luna, si eso nos sirve para hacer feliz a los demás, y más aún a los más especiales.
Y no escribes bien, escribes de puta madre

Laura -

Esta muy bien, Melinda. Me gusta mucho. Es una pena que tu tampoco te creas que escribes bien.
En el fondo nadie deja de soñar con coger un pedacito de Luna, ni con aquel primer beso inocente...

Vicente -

Precioso, Melinda. Me ha encantado el final por su ternura y la descripción de todos esos trocitos de luna caídos por los suelos.

Nuria -

De verdad que me encanta, Melinda. No deberíamos olvidar esos años en los que soñábamos con coger pedacitos de luna.
me encanta la forma tan tierna en la que lo has escrito, es como volver a la infancia (así que tú tampoco vuelvas a decir que escribes mierdas, que no te oiga yo)
Te quiero!

Cris Xococrispip -

Oooooooooooohh!!Mel es muy bonito...me ha hecho llorar...es preciosooooo....me encantaaa!!A partir de ahora me auto-nombro tu fan nº 1!!

Yo tb kero coger un pedacito de luna...

Aún somos pequeñas niñas a las que un cuento hace llorar...

Esto yo misma... -

Sé que es una absoluta gilipollez y os parecerá muy infantil pero....no sé.

Sigo siendo una niña a la que le gustan los cuentos.