Blogia
Rincón literario

De cómo se unen las amapolas

Terminó la última página del libro, lo cerró con una paz intensa, y empezó a pensar en ella... acercó su cara al cristal frío de la ventana y comenzó, alegremente, con una sonrisa en la cara y ojos almendrados, a admirar lo bello de las pequeñas cosas, a admirarla. Pensó en llamarla. Así lo hizo. La conversación fue corta... un quiero verte- un tardaré un poco, estoy en mi casa- un te esperaré, lleno de ansia. Empezó a fantasear, y la imaginó, no en su casa, sino caminando por su calle, bajo su ventana, con el pelo al viento, enfundada en un abrigo a cuadros, una sonrisa en la cara flanqueada por el rubor del aire helado, llorando de la emoción de vivir, de querer vivir. Siguió imaginando su perfecto paseo por esa calle que apenas sí tenía encanto, pero que ella inundaba de veredas de amapolas. De tanto imaginar acabó ella apareciendo.

-Estaba paseando por tu barrio... pensarás que estoy loca... (gesto preocupado por su reacción)

-Te he visto, te he estado viendo. Sé que llevas bajo mi ventana bastante tiempo... dando vueltas...repartiendo amapolas al cielo... lo sé, sé que no estabas en tu casa, que no era verdad. Sé que estabas aquí. Te he visto desde la ventana. (le seca las lágrimas perladas de hielo) Y sí, me pareces una loca... una loca de amor. Y eso (gran sonrisa en la boca), eso me hace enloquecer a mí también.

 

Guille

3 comentarios

Vicente -

¿Es verdad lo que estoy pensando? Por favor, que alguien me termine de contar la historia

Jesús -

Ante tal expresión de amor sólo puedo decir una cosa: ¡qué bonitoooooo!

Nuria -

yyy...por enesima vez intento comentarte...madito blogia ¬¬
A ver, a mí me encanta, por mucho que digas. Aún así, también he pasado por esa sensación de tener una idea bestial en la cabeza y que pasada al papel te sepa a poco...pero te sigo diciendo que creo que te ha quedado como te tenía que quedar.
besitooos^^